Doctora en Sociología. Es una de las cien mujeres más influyentes de España en la categoría de expertas. Asesora de la Comisión Europea en competencias digitales, liderazgo y emprendimiento. Lo que sabe lo ha recogido por escrito en E-renovarse o morir, Ingenio, sexo y pasión y en su última publicación, No te vas a morir. Con un recorrido que nos lleva desde la literatura hasta la realidad de la robótica y la inteligencia artificial de nuestro tiempo, Leal nos invita a la esperanza en esta Cuarta Revolución Industrial en pleno desarrollo.
PODCAST RECREÁNDONOS
ROCÍO CELIS. JUNIO, 2019
¿Por qué está segura de que esta revolución digital merecerá la pena?
El título No te vas a morir hace alusión a personas que hoy están enfermas o que tienen una discapacidad. Con el avance de la medicina vamos a conseguir en muchos casos ser optimistas respecto a su evolución y poder decirles: “no te vas a morir”. Lo que hago en mi libro es extrapolar al futuro lo que ha pasado durante los últimos años. El 70% de las personas que están ingresadas hoy en un hospital, hace 30 años estarían en cuidados intensivos. Y el 70% de las que hoy están en cuidados intensivos, hace 30 años estarían muertas. Avanza la ciencia, la tecnología, y avanza la solución a muchas enfermedades. Por eso creo que muchas personas que no tienen esperanza, en breve la van a tener. Ahí están los últimos avances científicos relacionados con los clones virtuales o la inteligencia artificial aplicada a la medicina. Nos acercamos a una era de la medicina en la que lo que es incurable actualmente, se va a curar. Surgirán otros problemas, como el de las superbacterias, pero hay personas que están enfermas y no se van a morir, aunque hoy piensen que sí.
En el ámbito laboral, ¿qué sería para usted lo mejor de ese mundo que se acerca tan velozmente?
En el ámbito laboral es muy arriesgado dar opiniones personales, al aportar una opinión subjetiva las posibilidades de equivocarte son muy altas. A mí me gusta dar los datos de los organismos oficiales que hacen este tipo de análisis. El último informe del World Economic Forum indica que durante la próxima década van a desaparecer 75 millones de empleo a nivel global, como resultado de la transformación digital. Pero en el mismo informe señala que en ese mismo periodo de tiempo se van a generar 133 millones de empleo. De manera que sí hablan de una destrucción de puestos de trabajo, pero de una generación mucho mayor también. Para ver este desajuste profesional podemos irnos al último informe del empleo de Manpower donde avisan de que en una década se van a generar 2,6 millones de empleos netos en nuestro país. Eso sí, empleo cualificado, pero hay empleo. Hoy ya existe un desajuste y el 25% de las vacantes no se está cubriendo porque para el empleo que se necesita cubrir con conocimientos tecnológicos, no hay suficientes profesionales. Pero yo soy optimista en lo relativo al empleo, y no optimista subjetiva, sino optimista con datos.
“Las empresas tecnológicas contratan cada vez más a filósofos”
¿Cuáles son estas profesiones que están experimentando ya los cambios y pueden abrir camino al empleo?
Si analizamos cuál será el futuro de las profesiones la verdad es que es relativamente sencillo entender hacia dónde va el futuro del empleo. Tenemos profesiones que han sido de toda la vida, por ejemplo, el médico o el profesor. ¿En el futuro tendremos médicos y profesores? Sí, por supuesto, pero serán médicos y profesores que trabajarán con herramientas distintas a las de hoy. ¿Qué es lo que pasa? Que tenemos la manía de cambiar los nombres a las cosas y entonces, una persona que hace marketing a través de internet, decimos que es community manager, pero hace marketing.
O sea, que vamos a seguir teniendo médicos, profesores…
Y muchísimas de las profesiones que tenemos hoy se van a mantener. Pero como cambia la manera de hacer las cosas, se cambia también el nombre de esa profesión, en muchas ocasiones para entender que cambia la manera de trabajar y usar la tecnología. En el caso de la medicina, cada vez hay más médicos que utilizan herramientas como el robot Da Vinci para operar porque dan mayor precisión y eliminan el temblor médico. Entonces, seguiremos teniendo médicos, pero eso sí, que operen con un Da Vinci. De igual modo, seguiremos teniendo profesores en las aulas, pero utilizarán la inteligencia artificial porque ésta permite reducir a un tercio el tiempo de aprendizaje. Y luego, por supuesto, entran profesiones nuevas relacionadas con las cosas que hay que hacer con todas estas tecnologías. Por ejemplo, máquinas que empaticen o hablen como seres humanos (chatbots). Estas tecnologías hay que entrenarlas, y eso lo hace una persona que sabe cómo hay que relacionarse, como un psicólogo, un sociólogo o un profesional de las humanidades. Las empresas tecnológicas contratan cada vez más a filósofos. A mí lo que menos me importa es cómo se va a llamar la profesión, lo importante es que hay que contener competencias digitales y que la manera de trabajar cambia.
Sí, he leído en su libro que necesitaremos filósofos.
¡Claro!
¿Por qué le parecen imprescindibles?
Analizando en el pasado cómo eran los filósofos, vemos que tenían muchísimo conocimiento de las matemáticas porque eran dos disciplinas que iban juntas. De repente, esto cambió. Por un lado, humanidades y por otro, ciencias, pero en el pasado esto no era así. Un buen filósofo debía saber matemáticas y un buen matemático debía saber filosofía. Creo que estamos volviendo ahí. Si quieres ser un profesional con muchos conocimientos tecnológicos, necesitas tener también el conocimiento de las humanidades. No puedes conseguir que una máquina empatice si no sabes cómo piensa una persona, cómo se comporta, cómo siente, cómo gestiona las emociones… Por eso es tan importante la incorporación de personas de las humanidades en empresas tecnológicas y no tecnológicas. Vivimos una revolución en las humanidades.
Entonces, tiene futuro estudiar filosofía…
Escuché hace unos meses a alguien decir que su hija quería estudiar filosofía y la había convencido para que estudiara otra cosa. Y yo miré a la madre, y no me lo podía creer. Era una chavala con mucha vocación por las humanidades, pero de repente la llevan a otro lado cuando las humanidades son también el futuro. Hay que estudiar lo que uno quiera y por supuesto, entender cuáles son las tecnologías que están alrededor que te permitirán tener ese trabajo. Lo importante es estudiar.
“En casos como la inteligencia artificial, lo tienes que hacer muy mal para no tener éxito”
Y en el mundo del emprendimiento, ¿dónde cree que estarán los nuevos modelos de negocio?
Las previsiones relacionadas con la inteligencia artificial dicen que el producto interior bruto mundial va a crecer un 14% con la incorporación de esa tecnología en todos los sectores de actividad -es un dato agregado-. Claramente, en casos como la inteligencia artificial lo tienes que hacer muy mal para no tener éxito. Pero sucede lo mismo con la realidad virtual y aumentada, internet de las cosas o con blockchain. ¿Hacia dónde va el futuro del emprendimiento? No me atrevo a decir que todo el emprendimiento tenga que ser digital porque no lo creo, pero el más fácil será ése, todo lo relacionado con las tecnologías que se están democratizando y que ya no son nuevas.
No sé si estamos entendiendo bien “inteligencia artificial”. Denos su definición.
Durante muchos años se ha hablado de “big data”, una tecnología que lo que hace es guardar muchos datos y con esa información te permite entender cosas, sacar respuestas a preguntas… Tienes tantos datos -que es la estadística de toda la vida- que antes no se podían procesar y ahora sí. Esta tecnología ha evolucionado hacia la inteligencia artificial. En el big data tú haces preguntas y sabes lo que tienes que preguntar. Entonces, con herramientas estadísticas, con algoritmos, se ofrecen respuestas a tus preguntas. Con la inteligencia artificial es distinto. Tienes muchísima información, pero la máquina no solo es capaz de hacer preguntas, sino que es capaz de razonar. Es decir, es capaz de sacar patrones, capaz de aprender y razonar con lógica como haría una persona para hacer preguntas y obtener respuestas. La inteligencia artificial piensa. No lo hace igual que un hombre, lo hace de manera distinta, pero piensa.
Explica en su libro cómo la inteligencia artificial es capaz de escribir un poema o una pieza musical. ¿Le preocupa que las máquinas puedan decidir mejor o tener más sentido común que los seres humanos?
Acabas de dar con una clave muy importante que es la creatividad. ¿Estas máquinas llegan a quitar al humano? ¿Son incluso más creativas que nosotros? Cuando me preguntan esto me viene a la cabeza el caso de Huawei y lo que ha pasado con la Octava sinfonía de Schubert. Este compositor falleció con 31 años por una sífilis y la sinfonía más famosa de todas, que fue la Octava, la dejó incompleta. Ahora, la inteligencia artificial de un móvil -un Huawei P20 Pro- ha analizado toda la información de cómo era esa sinfonía desde un punto de vista técnico y emocional, y la ha terminado. ¿Por qué cuento esto? Porque la inteligencia artificial es capaz de expandir los límites de nuestra creatividad. Empresas como Sony están utilizando la inteligencia artificial desde hace tiempo para componer canciones. ¿Quiere esto decir que se desplaza al humano o que son más creativas que nosotros, o se pone en peligro nuestro puesto de trabajo? ¿Cuál es nuestro lugar? Tenemos que intentar convertirnos en sus jefes, saber hasta dónde pueden llegar las tecnologías y ser capaces de ver cómo podemos aprovecharnos de ellas y que nos hagan más productivos. Esta es la clave del futuro al que vamos. Un futuro más tecnológico, pero a mí me gusta decir también, más humano, porque permite sacar esa parte más humana y emocional que los robots no tienen y me lleva a pensar que la calidad humana en el trabajo, en la atención al cliente, será un servicio de lujo.
“Mi gran esperanza está en la fabricación de órganos humanos y en la inteligencia artificial”
¿Qué avance tecnológico de cuantos comparte en su libro le ha impactado más?
La bioimpresión, que ha sido uno de los ejes centrales del nuevo programa de televisión que he grabado. Ya está entregado y estamos esperando que lo pongan en antena.
¿En qué canal?
En La1 de Televisión Española y se llamará La Cuarta Revolución. Uno de los capítulos lo dedicamos a la fabricación de órganos humanos con impresoras 3D. He tenido la suerte de estar en Carolina del Norte con Anthony Atala, el médico que en estos momentos está más avanzado en esta disciplina, junto con un equipo médico de Tel Aviv. Recuerdo preguntarle por la evolución de los órganos complejos (los que tienen un sistema cardiovascular: hígado, riñones…): “Anthony, ¿para cuándo los órganos complejos?”. Y me dijo: “Silvia, los tengo en el laboratorio”. Todavía están en proceso de investigación. Hay un anuncio de Israel respecto a que se ha fabricado un corazón humano, ya late aunque todavía no es funcional porque es pequeño, pero hay que dejar que avance la ciencia. Mi gran esperanza está en la fabricación de órganos humanos y en la inteligencia artificial.
¿Imagina lo que nos quedará por ver?
Hay una frase de Peter Drucker que me gusta mucho, que dice: “la mejor forma de acertar el futuro es crearlo”. ¿Qué es lo que nos falta? Pues sí, tengo miedos: qué va a pasar con el empleo…, no sé si nos vamos a adaptar…, si todo el mundo está preparado… Sí que sé que va a ser un proceso traumático la transformación digital de las empresas, las que cierran, las que abren… Es muy difícil ser autónomo en algunos países como el nuestro… Pero si miramos el pasado y tenemos que inventarnos el futuro, yo espero un futuro en el que siga disminuyendo la pobreza. La tasa de mortalidad infantil ha bajado una barbaridad -no sé si emocionalmente estaría preparada para las tasas de mortalidad infantil que había hace 50 años-. Y espero un mundo con salud, dinero y amor. Que tengamos más salud, más dinero -que siga bajando la pobreza-, y que seamos más humanos porque esta realmente es la apuesta a la que nos debe llevar la tecnología. Una manera de convivir y trabajar en la que la tecnología haga cosas que se pueden robotizar y que nosotros podamos seguir relacionándonos, y por qué no, con jornadas de seis horas. Sé que es muy fácil imaginarlo, pero espero que sí, que podamos ir hacia allí.