Mario Alonso Puig. Médico cirujano

Miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Este médico apasionado del estudio de la mente humana se formó en el campo de la inteligencia con el Dr. Howard Gardner y el Dr. David Perkins en la Universidad de Harvard. Su libro El cociente agallas fue premio Espasa de Ensayo 2013. Este año ha publicado El guardián de la verdad, una novela “para el Ulises que todos llevamos dentro”. En ellos insiste en su idea de hilvanar liderazgo, bienestar social y emociones.

PODCAST RECREÁNDONOS

 

ROCÍO CELIS. OCTUBRE, 2016

¿Qué tenemos que saber de nuestras emociones?

Pues creo que casi todo porque somos bastante analfabetos desde el punto de vista emocional. Hay muchas personas que se ven privadas de acceder a la cantidad de conocimientos apasionantes que hay en los libros o de la capacidad de leer un mensaje de alguien querido porque, por las razones que sean, no han podido acceder al mundo de las letras, a la comprensión del lenguaje escrito. Y en la vida de estos seres humanos que –seguro- están llenos de talento y capacidad supone una limitación muy marcada en sus vidas. Lo mismo pasa con las emociones. El grado de analfabetismo global que existe sobre el mundo de las emociones es enorme.

¿Y eso a qué se debe?

A lo largo de los siglos han pasado dos cosas. Por una parte se ha despreciado el mundo emocional que parecía una cosa blandita, azucarada, más propia de personas débiles. Esta ha sido una de las formas en que nos hemos convertido en analfabetos. La otra, que el mejor camino que hemos encontrado ante algo que no sabíamos cómo gestionar bien ha sido negar su importancia o intentar apartarlas. No quitarles valor, sino sencillamente no permitir que estuvieran en nuestra esfera de interés. A lo largo de los años, uno se va dando cuenta de que las emociones son esenciales para tener una mínima sensación de bienestar.

¿Por qué? ¿Cómo nos determinan?

Cuando una persona está atrapada por el resentimiento, la desesperanza o la frustración no puede tener un nivel de bienestar ni siquiera mínimo, aunque tenga a su alrededor un montón de cosas materiales que aparentemente deberían proveerle de toda la felicidad del mundo. Por otra parte, sabemos que las emociones son capaces de activar o desactivar zonas importantísimas del cerebro. Una persona que no sepa gestionar sus emociones en momentos difíciles, por ejemplo, en el momento de presentarse a una oposición se puede quedar bloqueada aunque sepa el temario perfectamente y esto podemos extenderlo a un montón de cosas. Las emociones son lo más importante en la relación con las personas. Cuando estamos con el estrés negativo, ese estrés dañino que se llama distrés, ¡de qué manera tan intensa sufren las emociones! Eso lo conocemos bien los médicos. Desde el punto de vista de la salud, entre el 60% y el 80% de las consultas a médicos generales en el mundo occidental tiene una relación directa con la pobre gestión de las emociones. Es decir, por primera vez tenemos suficientes argumentos, investigación y estrategias prácticas para dejar de ser analfabetos emocionales y poder poner palabras, imágenes y un camino delante de nosotros para ir entrenando la gestión de las emociones. Es un entrenamiento -como cuando aprendíamos a leer- con unas pautas muy concretas avaladas por conocimientos recientes en el campo de la neurociencia afectiva.

¿Todo el mundo puede aprender a gestionarlas?

Naturalmente que sí. En la etapa que estoy en mi vida, me da risa cuando hay personas que creen que este mundo solo es el mundo de los intelectualmente privilegiados o de los que tienen un currículum inmenso. No, este es el mundo de cualquiera que se haya dado cuenta de que en su vida tiene que hacer un cambio profundo, de que necesita sentirse mucho más ilusionado, más entusiasmado, de que está harto de estar harto de tanta tensión, frustración… Y en ese momento emprende un camino. Honestamente, no he encontrado en mi vida a una persona que yo pueda decir que no sea inteligente. Otra cosa es que la persona no esté utilizando su inteligencia o la tenga bloqueada. Pero, ¿que no es inteligente? Si el ser humano es inteligente por naturaleza, lo mismo que es creativo por naturaleza. Lo que pasa es que tenemos que tener una motivación, una inspiración y unas ciertas referencias, un mapa del viaje porque si no, es lanzarte a un mundo del que no sabes nada y no es un mundo sencillo.

“Creemos que somos nuestra mente, pero somos mucho más que nuestra mente”

Sin embargo, en un plano más racional, usted afirma que si cambiamos nuestra mente cambiaremos nuestra vida…

Bueno claro, a nada que le demos una pequeña pensada vamos a llegar a una conclusión cercana. Nadie ha podido definir todavía lo que es la mente humana. No es un producto exclusivamente del cerebro porque sabemos que en los procesos intelectuales y afectivos intervienen sistemas como puede ser el tubo digestivo. Por lo cual, no podemos atribuir los procesos mentales, todo lo que es intelectual, afectivo, relacional, a una pura expresión del cerebro. Esto se sostiene muy mal hoy en día. Lo que sí sabemos es que la mente es como una lente que nos permite acercarnos al mundo y conocerlo, comprenderlo, que afecta a nuestra forma de sentir. Nosotros no somos nuestra mente. Nos creemos que somos nuestra mente, pero somos mucho más que nuestra mente. Cuando entiendes cómo opera esa mente es como si entendieras cómo opera el software de tu cerebro. Si te das cuenta de que ese programa está dando cosas muy beneficiosas en tu vida, eso lo dejas. Pero si te das cuenta de que te está dando muchos problemas y que no es más que un programa, es decir, que no estás condenado a repetir ese fallo una y otra vez, que tú eres mucho más que ese programa, entonces, al alterar tu relación con los procesos mentales y alterar cómo funciona la mente, indudablemente tu vida cambia porque empiezas a ver cosas que antes no veías.

¿Por ejemplo?

Puedes tomar acciones que antes no podías tomar sencillamente porque no veías caminos nuevos. Aumenta tu creatividad, tu capacidad de relación, tu salud, tu sensación de bienestar. Los científicos de la mente orientales se sorprenden de que aquí pensemos que la mente no es entrenable. O sea, que si uno tiene una mente buena tiene buena suerte y si tiene una mente mala, no tiene buena suerte. La mente es profundamente entrenable. Cuando tú la entrenas, obviamente cambia tu vida, puedes mejorar perfectamente tu vida.

“El corazón es capaz de alterar el ritmo de funcionamiento del cerebro”

¿Dónde están entonces las respuestas a lo que nos inquieta, en el cerebro o en el corazón?

Esta pregunta hay que responderla a dos niveles, a nivel metafórico y a nivel literal. A nivel metafórico todos solemos distinguir el cerebro como el órgano pensante y el corazón como el órgano sintiente. Se suele decir mucho: “sigue los dictados de tu corazón”, y de alguna manera, todos percibimos que hay una verdad muy difícil de palpar, de precisar, y que da un cierto miedo porque a veces puede moverte a seguir una serie de rutas que racionalmente no tienen mucho sentido. Ahora, yo creo que todos sin excepción tenemos esta percepción. Que a veces, dejándote llevar por este sexto sentido, por este elemento intuitivo que obviamente no es infalible, pueden abrirse grandes espacios. Desde el punto de vista literal, la medicina viene estudiando lo que se llama la inteligencia del corazón, lo que es el corazón como órgano capaz de afectar a procesos mentales. Tradicionalmente hemos visto el corazón -desde el punto de vista médico- como una bomba muy sofisticada, espectacular en su funcionamiento, que bombea sangre, recibe sangre pobremente oxigenada, la manda a los pulmones para que se oxigene y luego, a través de una red de vasos sanguíneos que supera los cuarenta mil kilómetros, va mandándola por todas partes. Hoy se sabe, con estudios muy bonitos, que el corazón es capaz de alterar el ritmo de funcionamiento del cerebro.

¿De qué manera?

Cuando un corazón entra en una fase de alta variabilidad se favorece la sincronización entre los dos hemisferios cerebrales. El cerebro tiene hemisferio izquierdo y hemisferio derecho y habitualmente están bastante peleados. Cuando se sincronizan, ambos hemisferios comparten información y la persona es más creativa, puede ver opciones que antes no veía, su percepción aumenta, su capacidad de análisis también. Desde el punto de vista literal, el corazón con sus cuarenta mil neuronas es un órgano que también afecta a los pensamientos y a los sentimientos. En el campo de la medicina y de todas las ciencias que abordan el cuerpo humano y el ser humano en su conjunto estamos ante un mundo apasionante que está cambiando profundamente muchas de nuestras formas tradicionales de ver las cosas. Por eso, más que pensar en el cerebro o en el corazón, yo pensaría en el cerebro y el corazón hablándose, cooperando, intercambiando información.

En la búsqueda de soluciones o para alcanzar un objetivo, una transformación. ¿Qué es más determinante, saber lo que se quiere o cómo lograrlo?

Para mí, sin ninguna duda, saber qué se quiere. La mayor parte de las personas estamos obsesionadas con el “cómo hacerlo”. No cabe duda que hay un “cómo” que es fruto de planear, de darle vueltas a las cosas. Este “cómo” procede de la mente condicionada, es decir, nuestra experiencia pasada, los conceptos, las ideas que tenemos, y de alguna forma vamos rebuscando en ese contenido para ver de qué manera podemos conseguir determinado objetivo. Esto, que lógicamente tiene bastante sentido, es inquietante porque quiere decir que automáticamente estamos proyectando el pasado en el futuro. Es decir, no habría “cómos” originales, realmente creativos. Ahora bien, cuando uno tiene un verdadero “qué” y un verdadero “porqué”, cuando una persona siente la profunda inspiración que da el alcanzar algo apasionante, que aparentemente está fuera del alcance de uno, pero a pesar de eso siente profundamente la necesidad de llegar ahí, el cerebro empieza a operar de una forma completamente distinta.

¿Y cómo lo hace?

Una de las cosas que ocurre es que deja de estar tan inclinado en el pasado y tan preocupado por el futuro y se centra en el presente. Cuando se centra en el presente los procesos mentales cambian por completo y entonces la persona accede a algo que está más allá de la mente condicionada, a un reservorio donde hay talentos insospechados, oportunidades desconocidas. Esto, que parece extraño, estoy convencido de que todos en algún momento lo hemos notado, lo hemos visto y nos hemos quedado profundamente sorprendidos porque parece que son ideas que te vienen de un sitio que no eres tú, diferente, al que no estás acostumbrado. Ese es el punto clave. Entonces, cuando tú tienes un verdadero “qué” y un verdadero “porqué” que hace que cada día en el instante presente pongas toda tu energía, accedes a “cómos” de un nivel y una calidad muy superiores a lo que te puede proporcionar la mente condicionada que es una mente basada en el pasado.